viernes, 29 de febrero de 2008

DEPENDENCIA EMOCIONAL

Estoy viviendo de cerca la ruptura de una pareja y estoy observando en ella una dependencia que asusta y mucho.
Supongo que la baja autoestima, la sucesión de fracasos amorosos, le ha llevado a tener un trastorno de la personalidad y por tanto idealiza a sus parejas, se muestra sumisa y dependiente, bueno, codependiente.
Lo que me preocupa es que ahora se encuentra a merced de cualquier desaprensivo que se cruce en su camino y además me preocupa la pareja con la que ha roto, por su falta de sensibilidad.
¿Me pregunto como se llega a este punto?
Es estupendo amar a alguien y ser feliz con su felicidad y como decía aquella canción de los esclarecidos, "... no hay nada más excitante que trabajar en tus caricias", pero no hasta el punto de impedir que nos realicemos, que seamos independientes, autónomos, libres, felices.
Toda esta dependencia no será miedo a la libertad?
Yo creo que si. Desde pequeñas aprendimos a permanecer en un segundo plano, a aguantarnos, a someternos en cierta forma al universo del varón.
Luego están las peliculas de princesas, en las que cuando aparece el principe, se arregla hasta lo que ya no tiene solución. El llega y con su amor en forma de beso rescata a la princesa de la muerte y después son felices... Y la cultura de Elena Francis. Tantas tardes, generaciones de mujeres españolas oían como su deber era callar, comprender, resignarse... etc y además ponerse una mascarilla de pepino y preparar una rica y nutritiva cena para cuando llegase su maridito.
No nos damos cuenta de que casi todo lo que nos contaban es mentira?
¿Cuantos personajes femeninos principales hay en los cuentos, dibujos animados, libros..., pero de los que hacen cosas importantes o simplemente hacen algo que no sea esperar al principe azúl ese que lo arregla todo, todo y todo?
Reflexionemos muy seriamente sobre nuestro papél cultural, fuera de intentar adecuarnos a un mundo de hombres, por imitación. Yo no quiero ser un hombre. Jamas seré uno de ellos. Soy diferente, quiero reinvindicar mis diferencias y crear un mundo que sea de ambos, pero no quiero ser una princesa.
Reflexionemos sobre nuestra vida, sobre nuestro yo, aprendamos a conocernos, a estar seguras de lo que nosotras queremos y a manifestarlo sin miedo. Siendo sinceras, sin manipulaciones y desde luego sin culpas.
Sólo así podremos desarrollarnos como seres independientes, libres y sólo así con mujeres libres, seguras, independientes, podremos vencer el maltrato. Podemos hacerlo todos poniendo cada uno su granito de arena diario.

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